Si bien los tiempos han cambiado, también los modos; pero lo que siempre perdura es la esencia...impregnada en los valores y actitudes del dia a dia; es decir en los principios que buscamos arraigar en las generaciones actuales y venideras. En este blog podrás encontrar herramientas que te ayuden en esta misión.
martes, 10 de abril de 2012
jueves, 29 de marzo de 2012
Material de refuerzo
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jueves, 22 de marzo de 2012
Oración de un Padre
Dáme Señor un hijo, que sea lo bastante fuerte para saber cuando es débil, que sepa enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.
Un hijo que sea honrado en la derrota y humilde y magnánimo en la victoria. Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho.
Un hijo que te conozca a Ti y sepa conocerse a sí mismo que es la piedra fundamental de todo conocimiento.
Te suplico, no lo guies por el sendero comodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos. Allí, dejalo aprender, a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan.
Dáme Señor un hijo, cuyo corazón sea claro y sus ideales sean altos; que sepa dominarse a sí mismo, antes que pretenda dominar a los demás.
Un hijo que aprenda a reir, pero que también sepa llorar. Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado.
Y, después de haberle dado eso, agregale, te suplico, suficiente sentido de buen humor, de modo que sea siempre serio, pero que no se tome a si mismo demasiado en serio. Que conozca la sencillez de la verdadera grandeza y la mansedumbre de la verdadera fuerza. Entonces yo su padre, me atreveré a murmurar: NO HE VIVIDO EN VANO.
Un hijo que sea honrado en la derrota y humilde y magnánimo en la victoria. Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho.
Un hijo que te conozca a Ti y sepa conocerse a sí mismo que es la piedra fundamental de todo conocimiento.
Te suplico, no lo guies por el sendero comodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos. Allí, dejalo aprender, a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por los que fallan.
Dáme Señor un hijo, cuyo corazón sea claro y sus ideales sean altos; que sepa dominarse a sí mismo, antes que pretenda dominar a los demás.
Un hijo que aprenda a reir, pero que también sepa llorar. Un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado.
Y, después de haberle dado eso, agregale, te suplico, suficiente sentido de buen humor, de modo que sea siempre serio, pero que no se tome a si mismo demasiado en serio. Que conozca la sencillez de la verdadera grandeza y la mansedumbre de la verdadera fuerza. Entonces yo su padre, me atreveré a murmurar: NO HE VIVIDO EN VANO.
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